jueves, 21 de diciembre de 2006

Delirando de ti

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Cuántas veces he delirado por ti y a por ti?

Cuánto tiempo tengo que esperarte?

Disculpa, no quise decir eso. Es sólo que, es demasiado horrible no tenerte.

Y ni siquiera eres mío.
Como dijiste: el problema no es, tener, sino no tenerlo.

Entonces, ahora, que pasará conmigo?

Voy a morir, tal vez?

Pero eso es algo que no puedo responder, y probablemente tú tampoco, sin embargo, tal vez puedas ser mi verdugo así como yo lo soy de cualquier persona que quiere lastimarte, incluso yo misma.

Me pregunto que va a pasar ahora, después que todo ha desaparecido y este sentimiento haya sido llevado por el olvido. No lo sé, y ni me interesa.

Lo que duele ahora es la sal sobre las heridas, una y otra, una y otra vez hasta que sane, o al menos hasta que se hagan otras nuevas como para ya no sentir las anteriores.

Derramar la sangre que brota dentro de mí, hasta que no quede ni una sola gota y entonces pueda olvidar mi existencia, que no quede huella de mí. Que me pierda en las arenas del tiempo y que ni tu ni nadie se acuerda de mi existencia, así, seré menos dolorosa, y tendré más posibilidad de renacer de nuevo, pero esta vez ya no como la mujer que ha esperado por siempre al príncipe azul, en la torre más alta del castillo; sino como el príncipe azul que no tiene que enfrentarse a feroces dragones para rescatar a su princesa.

Seré fiel a mis principios, pero por sobretodo, seré fiel a mi corazón. No dejaré que tu dulce corazón lo opaque. Pero aún, con esta repartición de papeles, no será lo mismo: tú estarás siempre enamorado (diría enamorada, pues serás princesa, pero se oye mejor así) y yo no esperaré a buscar más castillos para después formar mi amplia colección de ellos y elegir más el que me conviene.

Sólo iré a por ti….

Y aún cuando tú no haces eso (te has enamorado de alguien sin siquiera saberlo, y no te culpo de no ser yo esa persona, es decir, no que no hayas visto mi amor, sino que no se manda en cuestiones de a quien amar), recuerda que siempre estaré ahí, debajo de la torre de marfil, esperando a que reconozcas el príncipe que ha esperado por ti.

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